Toda teología lleva en sí la herencia de su lugar social (datos culturales, sexuales, étnicos, geográficos, económicos, religiosos, etc.) y el sello del sujeto que reflexiona. El método para la investigación teológica se ha vuelto vital en estos tiempos porque de ello depende que la praxis de las comunidades eclesiales sea actualizada o no a la problemática de cada uno de los seres humanos y fiel a la palabra de Di+s. ¿Cómo saber si las acciones de los/las seguidores(as) de Jesús son fieles a la voluntad de Di+s? ¿Cómo saber si cada una de nuestras acciones están alineadas al Reino de Di+s?
En el último tercio del siglo XX, han aparecido diversas teorías teológicas que pretenden visibilizar los rostros concretos de los/las negros/as, de los/las indígenas, de las mujeres, de los/las empobrecidos/as, entre otros, y que evidencian lo fructífero de una metodología teológica contextualizada (Teología de la Liberación, Teología Feminista, Teología Negra, Teología Amerindia, Teología Asiática, Teología Ecológica u Holística, Teología del Pluralismo Religioso, etc.). Quiero escribir sobre el quehacer teológico y su procedimiento en estos tiempos de re-integración de la Iglesia Católica institucional y de visibilización de las minorías sociales (étnicas, raciales, gays, feministas, religiosas, etc.). Quiero escribir desde mi situación de cristiano no clérigo ni religioso, sobre un modo de hacer teología que visibilice la experiencia de los/las cristianos/as no clérigos, experiencia de cristianas/os sin más.
El Vaticano II trajo una nueva manera de acercarse al hombre (antropos), a Di+s y a las realidades terrenas (século). Esta cosmovisión impulsó una pluralidad metodológica en el quehacer teológico que partía desde las necesidades reales de los rostros concretos (situación geográfica, social, cultural, económica, religiosa, sexual, etc.). No obstante la validez de todas las nuevas tendencias teológicas revitalizadoras de una experiencia eclesial de encuentro y dialogante, en la Iglesia mexicana se observa un doble discurso y una distorsión de las enseñanzas del Vaticano II y de las conclusiones de las Conferencias del Episcopado Latinoamericano (Medellín, Puebla y Santo Domingo). En la Iglesia Mexicana el marcado clericalismo mata las nuevas conciencias o genera conciencias mutantes. Es común ver cristianos no clérigos con una mentalidad clerical introyectada más que cualquier clérigo. Se llega a encontrar en la vida religiosa femenina superioras con actitudes clericales que rebasan a las del propio obispo; en las parroquias, laicos/as que adoptan posturas más clericales que las del propio párroco. ¿Por qué las semillas de un modo de ser Iglesia al estilo de Vaticano II con su recepción en Medellín, Puebla y Santo Domingo, han quedado infructuosas o en un desarrollo disforme, en el mejor de los casos?
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