sábado, 25 de marzo de 2023

El migrante es "el tiempo" para amar al prójimo.

Un día está, otro día ya no está. Sólo están de paso. Están en constante movimiento. Ayer fue Oliver, Alberto; hoy es Eptali, Robert, María, Juan y su pequeño Brandon; mañana será Martín, Teresa, José o Rubén. Sólo están de paso. Las vías del tren son su camino. Siguen su camino hacia la tierra que "mana leche y miel", a la "tierra prometida".


La migración es el "tiempo de gracia" que tenemos para amar al prójimo. Aquí las palabras del Evangelio cobran el auténtico sentido de solidaridad, "tuve hambre y me diste de comer; tuve sed y me diste de beber; fui forastero y me recibiste; estaba desnudo y me vestiste; enfermo y me visitaste" (Mt 25,35-40). El migrante es un "tiempo de gracia" que se nos da para historizar la salvación que nos habla el Evangelio y para comprender que Dios camina entre nosotros. Dios es un Dios de vivos. Porque el Resucitado "vive" entre nosotros (Lc 24, 5).

El migrante es la "memoria" de que somos una "Iglesia peregrina", "un movimiento social" donde la caridad nos une, nos vuelve hermanos, hermanas y hermanes. El migrante es la "memoria" que actualiza aquellas palabras del apóstol Santiago "una fe sin obras está muerta" (Sant 2, 14-17). En él está "la abundante redención" (Copiosa apud eum redemption).

No hay comentarios:

Publicar un comentario